Cuando jamás imaginé que llegarías a mi vida, te apareces sin ningún previo aviso más que el mirarme como lo sueles hacer hasta el día de hoy. Diciéndolo todo y nada a la vez con esos ojillos tiernos que me cautivan entre sonrisas nerviosas de querer y saber que te puedo dar más de lo que me pides. Anoche corroboramos que tal vez vamos bien. Asimilaste que puedes ser lo que yo quiera que tú seas para mi y yo sólo asumí que hasta ese momento eras sólo un desconocido. Un desconocido porqué mucho no te conozco. Y tú tampoco a mí. ¿Es genial, no crees?. No saber nada de ti y que tu tampoco sepas nada de mí. Le da emoción…A veces me pongo a pensar como conocerte, pero sólo llego a la conclusión de qué eres un desconocido al que le basto y le sobro menos de un mes para conocerme “un algo” y decidir que ya soy parte importante de su vida y que Él es parte importante de la mía, porqué sin querer ya te quiero y sin querer tú ya me quieres, pues basta verte dormir ésta mañana compartiendo el mismo lado de la cama abrazados y saber, o por los menos creer que estás ahí antes de moverme, antes de que tú beso más dulce a las cinco de la madrugada haya acabado, y las huellas comiencen a dibujar lo que yo había creído perdido en el silencio de aquella noche agitada y de esa mágica mañana…