miércoles, 9 de diciembre de 2009

...Es el dolor, es la desesperación. Es el bullicio en mi interior, son esas palabras que penetran duro mis sentidos. Palabras ignorantes, tal vez inocentes, pero manchadas de sangre y lágrimas. Tal vez son caballos de histeria, tal vez son inocentes e ignorantes, ignorantes e inocentes pero malditamente mal dichas. Son manchas, manchas en la pantalla, manchas en mis ojos, manchas en mis oídos. Es el griterío en mi interior, es tu voz compenetrada con la mía, es el dolor de ser como soy, es la pena por no poder hacer más por ello, es tu palabra contra la mía, es esa actitud tuya, bañada de inseguridad, la que me mata, la que duele... También tengo corazón, no te olvides de ello. Maldito, lo sé, pero aún late. Y siente. Y grita. Y llora. Y duele, duele tenerlo ahí, deseo extirparlo lo antes posible, es un puto virus mortal. Me mata, me muero y ya no estoy, fallezco en tus brazos mientras sigues diciéndome cosas, sigues matándome, sigues con esa tortura interminable, mi alma ya no responde y tú, tu ignoras...¿No te das cuenta que lloro? Búscame en el fondo del infierno que seguiré descendiendo, búscame en tus pesadillas porque no merezco estar en tus sueños, encuéntrame ahí, en ese rincón, ese rincón manchado con sangre, aquel donde fallecí y sigo falleciendo cada vez que lanzas a diestra y siniestra tus dichos; ese rincón donde he pasado toda mi vida con las manos tapando mi cara, bañado en dolor y llanto, de donde alguna vez muchos y muchas pensaron levantarme, pero no, de un golpe me vuelven a hundir, me vuelves a hundir, y las piernas ya no me responden, no puedo levantarme... Escucha mis deseos, escucha mi grito de desesperación, date cuenta que no aguanto y que muero, y no regreso. Es la cuenta interminable, es el dolor, es la desesperación. Es el bullicio en mi interior, es el grito de tus gritos en mi alma. Es el llanto de tus llantos en mi piel. Son mis labios en el piso, pisoteados por tu ignorancia. Es mi corazón en busca de redención. Es tu corazón en busca de asilo. Es tu mirada y la mía, manchada con mi sangre y tu cuchillo.

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